Solemnidad de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote

La solemnidad de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote es una celebración litúrgica que resalta el papel de Cristo como mediador supremo entre Dios y la humanidad. En la tradición católica, se reconoce que Jesús, por su sacrificio en la cruz, estableció un sacerdocio eterno que no depende de linajes terrenales, sino de su propia entrega por la salvación del mundo. A diferencia de los sacerdotes del Antiguo Testamento, cuyo ministerio requería sacrificios repetitivos, Cristo ofreció un único sacrificio perfecto y definitivo, reconcilió a la humanidad con el Padre y abrió el camino hacia la vida eterna. Como enseña la Carta a los Hebreos, “Cristo, habiendo ofrecido un único sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios” (Hebreos 10:12). La solemnidad invita a los fieles a reflexionar sobre la vocación sacerdotal, que es una participación en el ministerio de Cristo, y a renovar su compromiso con la fe y la oración.

En la liturgia de este día, se enfatiza el carácter redentor y pastoral del sacerdocio de Cristo, quien intercede constantemente por la humanidad y guía a su Iglesia con amor y misericordia. Los creyentes son llamados a imitar su entrega y su disposición al servicio, reconociendo que la misión cristiana no se limita al clero, sino que cada bautizado es partícipe del sacerdocio común. La solemnidad también es una ocasión para orar por los sacerdotes, quienes, en su ministerio cotidiano, actúan en nombre de Cristo para llevar la gracia a los fieles mediante los sacramentos. “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Salmo 110:4) es una afirmación clave en esta celebración, pues resalta la perpetuidad del sacerdocio de Jesús y su papel como guía y salvador de la humanidad. Así, esta festividad es una invitación a profundizar en la espiritualidad de la entrega, el servicio y la comunión con Dios.

Solemnidad de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote